Deja que Dios te ayude a que ese milagro que tanto necesitas en tu vida se te cumplan gracias a su palabra, y a su divina presencia.
Señor, Dios del Universo, creador del cielo y de la tierra; de todo lo visible e invisible.
Hoy me comunico con tigo a través de esta poderosa oración ya que necesito de tu ayuda para que se me conseda un milagro de Dios.
(Pedir el milagro que se necesita).
Me arrodillo ante tus pies para pedirte a través de esta oración que se me conceda el milagro que te acabo de decir.
Se que es una petición que parece muy dificil de realizar. Justamente por eso hoy pongo toda mi fe, esperanza y confianza, en que me estas escuchando a través de esta oración, con tu omnipresencia.
Como lo dijo Jesús a sus Apostoles: "para los hombres es imposibles","pero no para Dios; de hecho para Dios todo es posible".
Por esa razón estoy aquí haciéndote esta oración, dándote las gracias por tu amor incondicional y por las veces que me haz ayudado.
Tengo Paz en mi corazón porque tengo la seguridad de que eres un Dios Generoso, sé que con tu provisión y por tu clemencia mi prosperidad y felicidad ahora están aseguradas.
Sé que mi petición ha llegado a Tu Presencia, como un perfume agradable. Y sé que en pocos días sentiré el milagro que te pedí materializarse en mi vida.
Y cuando ese milagro ocurra, estaré doblemente agradecido, como hoy y siempre. Por los siglos de los siglos.
Amen
Algunas personas piensan que un milagro es una coincidencia de la vida. Pero Dios nos ha enseñado que el agua se puede convertir en vino, que un hombre como su hijo Jesús puede caminar sobre el agua. Y que un muerto puede regresar de entre los muertos.
Porque no abrir la puerta de nuestros sentimientos e imaginar que esa petición que nos ha quitado el sueño se vuelva realidad.
Realiza esta oración día con día y déjate llevar por la benevolencia de Dios padre, creador de todo lo que nos rodea; y dejemos nuestra vida en sus manos.
Y cuando ese milagro se cumpla, demos gracias a la vida por permitirnos estar aquí, una vez más disfrutando de respirar, de comer y soñar, siempre acompañados de la mano de Dios.
